Romería de Tahivilla Francisco Javier Jiménez Perea En este artículo vamos a intentar poner orden en la reciente y breve historia de las fiestas patronales del poblado de Tahivilla. Para esta labor ha sido fundamental el testimonio aportado por muchas personas que la han vivido y han sido protagonistas en ella de manera directa o indirecta. Antes de todo, decir que las fiestas se celebran en honor de san Isidro Labrador, santo que vivió en Madrid entre los años 1082 y 1172 dedicado a la oración y al cultivo de sus tierras. Por ello no es de extrañar la devoción de este poblado, así como la de toda la campiña tarifeña, a este santo campero tan identificado con ellos. En la breve historia de sus fiestas, podemos observar tres etapas en su evolución, las cuales vienen definidas por una modificación o cambio de su organización. Éstas son las siguientes: 1ª.
Desde el inicio en 1943 hasta 1957. Se caracteriza por la organización
conjunta de la romería entre las localidades de Facinas y Tahivilla. PRIMERA ETAPA Como ya hemos visto en los artículos publicados anteriormente en esta misma revista, la finca Tahivilla fue expropiada por el IRA en 1934 al duque de Lerma, constituyéndose la comunidad de campesinos en octubre de este año. Más tarde, en 1943, fue reestructurada por el INC, comenzando con ello el periodo de aparcería. Será en estas fechas cuando comienza su andadura la romería. En la finca aún no se había construido el poblado, existiendo tan solo las viviendas de castañuelas y lagunas de mampostería donde vivían los asentados. Por esta circunstancia, el auxilio espiritual venia dado por el sacerdote destinado a la parroquia de Facinas, el cual se desplazaba hasta el poblado para impartir la misa en un altar improvisado en la antigua Venta de Tahivilla. Ésta se celebró por primera vez en San Miguel (29 de septiembre) en el año 1943. Al parecer fue José Gallardo, militar con destino en Facinas, el promotor de esta fiesta junto con el padre Mateo. Se trasladó la imagen que de San Isidro Labrador existía en la iglesia de Facinas hasta la Venta de Tahivilla, en donde se le instaló una pequeña capilla hecha de helechos y flores del campo. El santo era trasladado en una carreta tirada por bueyes y adornada para la ocasión con helechos, lentiscos y flores del campo. Acompañando al santo iban los colonos a caballo y la banda de música de la compañía militar de Facinas en los primeros años, hasta que ésta desapareció y en Tahivilla se creó la Banda de Tambores y Cornetas. Allí acudieron vecinos de todas las localidades de los alrededores bien a caballo, bien en burro, carreta, o a pie, para pasar un día de devoción y diversión, ya que eran estas fiestas las únicas fechas cuando la gente se podían reunir para ello. Como sucede prácticamente hoy día, se celebró en primer lugar una misa en honor del Santo Patrón para después comenzar con los concursos, cantes y bailes. Para celebrar todo ello se construyó un choza de cañizos junto a la antigua cochera del duque (hoy derruida para otros fines) a donde la gente acudió. Una de las actividades que se realizó y la que contó con más admiración y seguidores, fue la novillada o becerrada. Para ello se construyó una plaza con las carretas de los vecinos. Pero ocurrió un accidente que todos los que allí acudieron aún recuerdan. Este fue el derrumbe del techo de una de las casas que habían servido como vallado para la plaza, al cual se subieron gran cantidad de público y debido al peso cedió. Por este motivo se suprimen al año siguiente las becerradas hasta la segunda etapa en que se realizan en el patio-recreo de la antigua escuela. De nuevo el día pasó entre las bebidas y comidas que con tal ocasión se trajeron en las cestas, canastos y talegas. En ello también contribuyeron los colonos del poblado con una caldereta, matando ovejas criadas en la finca y con vino blanco. Pero esta costumbre desaparecerá en los primeros años de la construcción del poblado, una vez que Tahivilla organice su propia romería, repartiéndose la carne, un kilo o dos, pero ahora de becerros únicamente entre los colonos del poblado. Por la tarde, los colonos regresaron la imagen del santo a la iglesia de Facinas en la carreta de bueyes. Al año siguiente, en 1944, la fiesta se cambia al día de San Isidro Labrador, el 15 de mayo, perdurando en este día hasta los años ochenta en que se introduce una cierta modificación en esa fecha. SEGUNDA ETAPA En el año 1957 la organización conjunta entre los pueblos de Tahivilla y Facinas desaparece. Ese carácter se rompe en la romería de 1956 cuando, al parecer, por unas desavenencias o diferencias entre las dos localidades que organizaban el evento, hacen que cada una organice su propia romería independiente. Así, Facinas organiza su primera romería en el Valle de San José, perdurando algunos años, hasta que por último la realiza en la finca de Los Tornos, área hoy día de recreo para muchas personas. Tahivilla por su lado, decide comprar una imagen propia tras una reunión celebrada con todos los colonos del pueblo. Este hecho separatista a su vez puede estar condicionado también por la circunstancia de que el poblado tiene ya su propia identidad como tal. Es decir, en el año 1951 se terminaron las obras del poblado y de la iglesia, lo que conllevó a sus habitantes colonos a identificarse como núcleo independiente de los demás. Este caminar con identidad llevará a la celebración de su primera romería en el año 1957, con el padre Avezuela, la cual se realizó hasta el poblado de las Dehesillas, antiguo núcleo de población en donde habían vivido un número de colonos y ya casi deshabitado, y distante a unos 5 kilómetros. Es decir, la nueva imagen de San Isidro Labrador es trasladada en romería desde la localidad hasta el antiguo núcleo. Se continuaron con las mismas actividades que en años atrás, salvo la becerrada. De la misma manera se organiza al año siguiente, en 1958. Pero en 1959, se produce otra modificación en la celebración. La romería vuelve a celebrarse en el mismo poblado de Tahivilla, siendo la imagen trasladada desde el cortijo de Bohórquez, finca de Tapatana, al cual se había llevado la imagen unos días antes para su preparación en la capilla, hasta el pueblo. Al santo se le colocaba en una carreta de bueyes adornada con helechos y era acompañado por numerosos caballistas, uno de los cuales portaba el guión identificativo del Santo (tela de raso verde con una escritura bordada que decía y dice: Romería de San Isidro Labrador Tahivilla y rematada en su parte superior por un lazo de la bandera española, y hoy día también con otro de la andaluza), personalidades y personas a pie. Una vez en el poblado se celebraba la santa misa en la iglesia, y comenzaba después las fiestas y bailes en el chozo de cañas construido para tal ocasión, siendo los primeros años levantado junto a la casa de Juan Rodríguez (calle Tarifa), en la plaza de la fuente a la entrada del pueblo, más tarde en los antiguos porches derechos del Ayuntamiento, hoy casa de Isabel Pelayo. La gente pasaba todo el día en los bares o en el chozo, bien divirtiéndose con las actividades (carreras de cintas a caballo, en bicicleta, etc.) y con la becerrá que ahora ya sí se comienza a organizar en el patio o recreo de la escuela junto a la iglesia. Aquí vinieron los Rivera de Zahara de los Atunes, entre ellos Paquirri cuando mozo, para hacer gala de su buen hacer en este arte. Primer
traslado del santo con carroza de tractor y remolque desde el cortijo
de los Bohórquez, 1966. (Foto: Francisco Castro) Con el paso de los años, los tiempos iban evolucionando y con ellos la romería. Así tenemos que en el año 1965, la carreta de bueyes conducida por Francisco Castro es sustituida por una carroza con un remolque engalanado, propiedad de Antonio Utrera, y tirado por el tractor de Francisco Castro. Igualmente los caballos van dejando paso a las motos. TERCERA ETAPA En el año 1981 y siendo alcalde pedáneo Francisco Castro, se produce otra modificación en la romería. Fue un cambio en su forma más que en su contenido. El cambio correspondió al lugar donde se debía celebrar el acto. Hasta la fecha, como hemos visto, se venia celebrando en el propio pueblo. Ahora se va a organizar en una finca cercana, en el Conejo, en la sierra de Retin. El nuevo emplazamiento es el lugar conocido por la majada del alcalde. Pero al año siguiente es reemplazado de nuevo el lugar realizándose ahora en otra explanada en la ladera de la misma sierra de Retin y rodeada de una arboleda de acebuches y encinas, la cual formaba parte de una antigua gran huerta. Este emplazamiento es el que perdura hasta hoy día. De esta manera, la romería gana en colorido y brillantez, tomando identidad propia como festejos independientes de la feria. La celebración continúa en la misma fecha, el 15 de mayo, realizándose siempre en domingo, el anterior o el posterior más cercano o dicho día. En ocasiones se han organizado veladas el sábado anterior y el domingo de romería como fueron en los años 1985,1986 y 1991. Ahora la carroza-remolque engalanada con helechos, lentiscos, papelillos y flores, de San Isidro Labrador, es trasladada en romería desde su iglesia en el poblado hasta la finca el Conejo. Delante de ella ábre el cortejo como en años atrás, los caballistas con el guión a la cabeza portado por José Asencio desde hace muchos años. Estos caballistas hoy día, van en aumento considerable, dando gran vistosidad y recuperando con ello ese aire romero típico de años atrás. Acompañando a la carroza del Santo Patrón, le siguen las carrozas de la gente del poblado, también engalanadas para la ocasión. Finaliza el cortejo gente a pie y algunos motoristas que sería la reminiscencia de todos aquellos que en tiempos atrás realizaban el recorrido. Habría que destacar que en algunos años se han elegido a señoritas como Romera Mayor o Miss Romería, tales son las ocasiones en los años 1981,1982, 1985,1986,1991. Un día de romería: Estos días de romería comenzaban y comienzan generalmente con una misa y una ofrenda de flores unos días antes a la celebración. El sábado, vísperas, los vecinos comienzan a engalanar los remolques con helechos, palmas y flores, siendo mayormente la juventud quien se dedica a estos menesteres. De la misma manera, es engalanada también la carroza del santo por los miembros de la Comisión de Fiestas. Los vecinos comienzan a preparar las viandas respirándose el ambiente romero. El domingo, día de la romería, los vecinos son despertados con la diana de tambores y cornetas. Los caballistas comienzan a hacer su aparición en la plaza del pueblo, mientras la campana de la iglesia deja oir ya su repicar. A las nueve de la mañana la plaza ya está repleta de gente, y es esa misma campana de la iglesia quien avisa de que el santo se dispone a salir hacia la finca. La imagen de San Isidro es sacada del templo y colocada en su carroza que ya se encuentra en la plaza junto a los demás. Una vez en ella, las carrozas comienzan su andadura acompañadas por los caballistas y por el sonido de los aplausos, tambores, cornetas, campanas y bocinas de los tractores. Tras una hora de camino por la carretera nacional, se llega al lugar de la romería. Su entrada al recinto se realiza con el cante y palmas de los vecinos en las carrozas, bocinas y en ocasiones con las notas de los tambores y cornetas. El santo es colocado en el lateral izquierdo de la explanada presidiéndola. Seguidamente, se realizaba un paseo de las carrozas frente a un jurado que delibera cual era la mejor engalanada. Hoy, a todas se las premia por su colaboración. A continuación se celebra una misa rociera con cante rociero junto a la carroza del Patrón en su honor. Una vez cumplido con la parte espiritual, las personas allí reunidas se disponen a pasar un día de diversión en el campo. Comienzan así a extender las mantas y manteles en la hierba bajo un acebuche. La diversión la pone la música y bailes de algunos coros o bien de algún equipo de música, el paseo a caballo, los concursos de carreras de cintas y doma, el paseo a pie bajo la frescura de la arboleda, las copas en los chiringuitos, las compras en los numerosos puestos ambulantes, etc... El día transcurre y a medio día podemos ver a la mayoría de la gente buscando la sombra de un árbol donde reposar y descansar. Llega la tarde y con ella la hora del regreso al poblado. Los vecinos recogen sus utensilios y las carrozas comienzan a dar el aviso de la marcha con sus bocinas. Todos emprenden el regreso con la nostalgia de ver cómo un año más ha finalizado una de las fiestas más esperadas para ellos. Sin embargo, muchos quedan en el lugar disfrutando aún más del día. Una vez en el pueblo, el santo hace entrada bajo el repicar de las campanas así como de los tambores. Seguidamente es conducido al interior del templo bajo los aplausos y vivas de los fieles. Para despedir la fiesta, las carrozas hacen un último paseo en la plaza del pueblo recibiendo los aplausos de todos los presentes. Así finaliza el día de romería en Tahivilla, aunque en ocasiones se ha programado alguna velada esa noche como colofón. AGRADECIMIENTO Agradecemos la colaboración prestada a las siguientes personas: Joaquín Rondón, Francisco Castro, Francisco Jiménez, Andrea García, Marina Navarro e Isabel Ardaya. |